En época de crisis no pocos economistas se han atrevido a ir contracorriente a las lógicas del mercado dominante y plantar cara sin disimulo al capitalismo feroz con nuevas medidas y un modelo alternativo. La voz de la denuncia la encabeza el francés Thomas Piketty que con su libro “El capital del siglo XXI” convertido en best seller hace un repaso en sus páginas a la historia económica desde un prisma comprometido.
Pero aunque el más conocido no es el único, también otros como el canadiense David Card (Canadá, 1956) aportan una visión más agradecida de la economía como solución y no problema. Con motivo de la recepción del Premio Fronteras del Conocimiento otorgado por la Fundación BBVA concedió una entrevista a El País donde deja a las claras algunos de sus pensamientos.
También se trasluce la oportunidad de unos temas que algunos partidos han capitalizado como insignias de su identidad y que en el caso de Card alejado de los intereses internos de cualquier partido adquiere una dimensión de mayor verdad.
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Hablando sobre igualdad muestra su inquietud “Hasta el FMI está preocupado (risas). Lo que sí se puede ver claramente en muchos países es que las familias con más bajos ingresos están cada vez más alejadas de la política, no piensan que el debate político les afecte, que afronte sus problemas. Y muchos creen que sus hijos van a tener menos oportunidades que ellos. Yo creo que eso es más importante que el efecto económico. En realidad, hay mucha más desigualdad de lo que la gente piensa, no creo que la mayoría sepa realmente lo grande que es la diferencia con los más ricos.”
Un problema que deviene sino de políticas controvertidas como la reforma laboral en España con resultados dispares pero que a la práctica y según Card agrava las diferencias entre clases dando más poder a las empresas “Lo que quiere decir que los trabajadores con menos ingresos van a recibir un golpe considerable. En Alemania, sufrieron un recorte muy importante. En términos relativos, la mitad de la población con ingresos más bajos en Alemania está mucho peor pagada ahora que hace 20 años. En esas dos décadas, su salario real no ha crecido en absoluto. Y eso es realmente llamativo”.
Lo cierto es que la preocupación sobre el trabajo y retroceso calidad de vida no es cuestión única de un país pues afecta de forma muy generalizada “Desde hace 15 años, antes incluso de la recesión, las condiciones del trabajo no mejoran. En Estados Unidos se han ofrecido varias explicaciones, como la pérdida de empleos en la industria por la irrupción de China, o el débil crecimiento de la productividad. Y luego está la cuestión de que, sea cual sea el crecimiento de la productividad, la ganancia se redistribuye cada vez más hacia el 10% con más ingresos. Las condiciones de los trabajadores de bajos ingresos, una definición que incluye cada vez a más gente, no van bien”.
Card quien ha hecho contribuciones fundamentales a la investigación en materia de inmigración, educación, formación profesional y la cita desigualdad; también se encarga de desmentir falsos mitos como el impacto económico de los nuevos inmigrantes que según los resultados es mínima “Sinceramente, creo que los argumentos económicos contra la inmigración son de segundo orden. Son casi irrelevante” sentenció en una entrevista con el New York Times.
Cristina Grao Escorihuela
Redacción
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