Un año, 12 meses, 365 días, sin embargo basto un minuto para dejar entrever la revolución que su pontificado iniciaba. El 13 de marzo del 2013, quebrantando cualquier superstición, Jorge Mario Bergoglio salió al balcón ya convertido en el nuevo Papa Francisco I, vestido de blanco y con una sencilla cruz que le colgaba en el pecho. Mientras en la Plaza San Pedro miles de fieles aguardaban inquietos a la espera de su bendición, en cambio el argentino se inclinó y dijo “Les pido a ustedes un favor: que le pidan al Señor que me bendiga antes de bendecirlos yo a ustedes”.
Pasado el primer aniversario estos gestos entonces extraños se han convertido en tónica habitual como reflejo del carácter humilde y cercano del Papa Francisco. “Amor y hermandad” pronunció en aquel discurso inaugural y estas precisamente han sido las señas de identidad de un año marcado por palabras reveladoras pero también por decisiones.
Convertido en un auténtico tsunami ha sacudido los cimientos de una iglesia arcaica en demasía, también cuestionada en los últimos tiempos por los casos de pederastia y corrupción. Valentía impropia que no obstante ha desprendido ciertos recelos en los sectores más dogmáticos y cierto nerviosismo en la curia. Esperamos pues el segundo año que ya comienza afiance los cambios iniciados.
De momento hacemos un repaso de los hitos más destacados en este primer año:
– Éxito rotundo de la Jornada Mundial de la Juventud: celebrada en Río de Janeiro (Brasil) fue la puesta de largo del papa ante el mundo donde convoco a millones de personas.
Allí sorprendió por sus contundentes declaraciones contra el culto al dinero así como aliento a los jóvenes para que “Hagan lío y vayan contracorriente. Ir contracorriente significa hacer ruido, lío (…) ¡No! Vayan contra la corriente de esta civilización que está haciendo tanto daño”.
– Liberación frente a los estigmas: en el avión de vuelta de Rio de Janeiro a Roma el pontífice respondió a los periodistas durante hora y media evidenciando sus propósitos de una reforma integral de la curia o más receptividad a colectivos tradicionalmente excluidas por la iglesia “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? (…) no se debe marginar a estas personas por eso, deben ser integradas en la sociedad”.
Asimismo Francisco trata de la misma forma a las mujeres que han cometido un aborto, a las parejas divorciadas, por ejemplo en el bautizo conjunto de 32 niños en la Capilla Sixtina Francisco I impartió el sacramento a una niña cuyos padres solo contrajeron matrimonio por lo civil.
– Al lado de los más necesitados: considerado “el Papa de los Pobres” siempre se ha posicionado a favor de estos “Quiero una iglesia pobre para los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos.”, lo que le ha valido ser tildado de “marxista” de acuerdo a sus propuestas en las que criticaba la tiranía del mercado.
También los enfermos en los que hay que ver “la carne de cristo”. Todos los miércoles abraza y besa a los enfermos como la imagen que dio la vuelta del mundo consolando a un hombre totalmente desfigurado por padecer neurofibromatosis, enfermedad que produce tumores en la piel.
– Una Iglesia abierta al mundo: el Papa se abrió una cuenta en Twitter, en nueve lenguas distintas, demostrando su acercamiento a las redes sociales. Además una de las acciones más inauditas, otro signo de renovación en la Iglesia, se produjo cuando lanzó un sondeo mundial para conocer el modo de pensar de los católicos respecto a las enseñanzas de la Iglesia sobre nuevas realidades sociales, matrimonio y vida familiar.
– Personaje del año: convertido en un auténtico fenómeno, su carisma, capacidad de convocatoria conexión con el pueblo le ha valido ser el personaje más buscado en la red el pasado año. A su vez la revista Time nombró a Francisco personalidad del año siendo el primer pontífice reconocido con esta distinción.
Cristina Grao Escorihuela
Redacción
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