Los 30 mejores emprendedores sociales del mundo, según Forbes.
Por primera vez en sus 94 años de historia, la prestigiosa revista Forbes se ha decidido a elegir a los emprendedores sociales con mayor impacto en el mundo: Forbes Impact 30.
Un estudiante de 20 años que abandonó la Universidad de Princetown y creó una empresa, Terracycle, que recoge residuos en 14 países y los convierte en productos para el colegio, para la oficina o para el jardín con un toque “fashion”. Los vende en grandes almacenes como Wallmart y dona a obras sociales 2 céntimos de dólar por cada desperdicio que recupera.
Rafael Álvarez, un ingeniero mejicano que tras trabajar más de 11 años en HP creó una organización, GenesysWorks, que ofrece a los estudiantes con menos recursos económicos una beca para, durante su último año de instituto, especializarse en perfiles tecnológicos y trabajar en grandes corporaciones de Houston y Chicago. El objetivo: convencer al estudiante, y a la empresa, de que cualquier persona, con la motivación y entrenamiento adecuados, pueden alcanzar el éxito.
Son dos de los 30 emprendedores sociales elegidos, una figura que Forbes define como “una persona que utiliza los negocios para resolver problemas sociales“. Es decir, no son solo organizaciones sin ánimo de lucro; se trata, sobre todo, de empresas que crean y venden productos o servicios.
La lista la componen casi exclusivamente emprendedores norteamericanos o con empresas cuya sede está en Estados Unidos. Es lógico, el jurado que los ha elegido es estadounidense, incluido el fundador de Ashoka (red mundial de 3.000 emprendedores sociales) y Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, Bill Drayton.
No nos engañemos, al igual que el sector de las empresas tecnológicas y de internet, el de los emprendedores sociales y la filantropía está monopolizado por el país de las barras y estrellas.
Entre los 30 seleccionados están algunos proyectos de los que hemos hablado aquí. Por ejemplo, Scott Harrison y Charity Water, que está llevando agua limpia a más de 2 millones de personas en 19 países o Jacqueline Novogratz, creadora de Acumen Fund, un fondo de ayuda a emprendedores de países pobres.
Además de las personas ya citadas, me han gustado especialmente, por su innovación y por su capacidad para transformar realidades, proyectos como el de Sam Goldman y Ned Tozun, dos jóvenes de 32 años que han creado D.light Design, una compañía que fabrica lámparas portátiles alimentadas por energía solar.
En un mundo en el que una quinta parte de la población no tiene electricidad y se alumbra con fuego, con candiles de queroseno y otros recursos tan poco seguros, las lámparas que fabrican estos dos ex-alumnos de Stanford se venden a precios razonables, de 10 a 40 dólares, en más de 30 países.
Teach for America es una iniciativa apasionante que busca acabar con el fracaso escolar y las desigualdades educativas en Estados Unidos. Para ello, recluta a algunos de los mejores licenciados de las mejores universidades del país y les entrena para triunfar enseñando en las escuelas urbanas y rurales más deprimidas. Una suerte de “brigadistas” que durante un mínimo de dos años se dejan la piel para sacar del desastre a decenas de chavales.
Wendy Kopp creó esta organización en 1990, tras realizar su tesis doctoral en Princetown sobre los desequilibrios e injusticias del modelo educativo estadounidense. En 21 años, 33.000 profesores han enseñado a más de tres millones de alumnos. Ahora, Wendy está exportando Teach for America a otros países.
También me ha sorprendido el saco térmico para bebés de Jane Chen, un invento pensado para paliar las muertes de bebés prematuros en países pobres en los que los hospitales no pueden permitirse incubadoras y no gozan de sistemas eléctricos que garanticen los adecuados niveles de calor que necesitan los nacidos antes de tiempo.
El saco que ha creado permite mantener durante horas la temperatura corporal. Según datos de Embrace Global, la organización de Chen, cada año nacen 20 millones de niños prematuros o con bajo peso y 450 muere cada hora.
Son todos proyectos, empresas y organizaciones innovadoras, creativas, orientadas a dar un vuelco a problemas sociales, diseñadas para marcar la diferencia. Su foco no es atender necesidades pasajeras, su misión es transformar. Como dijo Drayton en su visita a España “Es el momento de cambiar el sistema“.
José Antonio Ritoré
Fuente: lainformacion.com