Los países amazónicos, tras una estrategia común.La presencia del francés Nicolas Sarkozy, al lado de su colega Lula da Silva, dio una dimensión nueva a la cuestión de la selva del Amazonas, de sus riquezas y potenciales, y de cómo explotarla sin hacer mella en su preservación. De esto último depende en parte, se calcula que en un quinto, la disminución del volumen total de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, uno de los temas que provoca el calentamiento global y que merece una cumbre mundial en Copenhague.Que Sarkozy haya estado ayer al lado de Lula y que hayan presidido en forma conjunta una cita de las naciones amazónicas, entre ellas Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia, Ecuador y las Guyanas, permitió formular una propuesta única para la selva tropical compartida por estos países sudamericanos. “Coincidimos en que es preciso manejar cifras concretas en la cumbre en Dinamarca”, dijo Sarkozy. Detalló que es preciso pensar en el mercado mundial del anhídrido carbónico, en créditos y subsidios para todas las naciones que poseen todavía bastas regiones de florestas tropicales. No es sólo el caso de Sudamérica, indicó, sino también el de Africa y algunas regiones asiáticas.Acordaron en que es preciso financiar la preservación de las selvas a los países más pobres. Ese parece ser el corazón de la propuesta. Sarkozy se colocó así en la vereda de los países menos desarrollados. ¿Por qué? No hace hilar tan fino para entender que él es parte interesada: posee un territorio de ultramar, la Guyana Francesa, que está pegada a la Amazonia Legal brasileña. Al invitarlo, Lula legitimó la presencia francesa como parte interesada de los países que integran esa “cuenca”. Lula ayer criticó ácidamente a la comunidad internacional. “No quiero que venga un gringo a pedirnos que dejemos morir de hambre a un amazonense por no cortar un árbol. Nosotros queremos preservar, pero ellos tendrán que pagar la cuenta de esa preservación por el hecho de no derribar la selva como ellos (EE.UU. y Europa según mencionó) destruyeron las suyas hace más de un siglo”. Lula dijo que lleva a Copenhague una propuesta de reducción de gases de entre 36 y 39% hasta 2020 e insistió que a diferencia de otros, “Brasil habla menos y hace más”.Desde Washington miraban con preocupación. Un actor global, tan luego Francia, se les había colado en territorio considerado propio. “Hillary me explicó hoy la posición de EE.UU. en Copenhague. Me dijo que aun cuando no se firmara un documento jurídicamente vinculante eso no quería decir que su país no fuera capaz de cumplir seriamente sus compromisos. Acordamos que es necesario firmeza”. En el relato del canciller brasileño Celso Amorim, la Secretaria de Estado reconoció que “la propuesta brasileña sirve hoy de inspiración para otros países. Hoy tuve la alegría de ver que China anunció sus propias metas” subrayó.¿Cómo describe la esencia del acuerdo al que llegaron los países amazónicos?Es la posibilidad de contar con recursos financieros para cumplir con los planes de no desforestar. Eso es esencial. Brasil asume metas voluntarias y va a cumplirlas. Claro que será mucho más fácil si contamos con financiamiento. En caso de otros países, como Surinam y Guyana (ambos ex colonias a diferencia de la francesa), esos recursos son aún más importantes.Eleonora Gosman.Publicado en: Clarín
